llena de hombres y mujeres que enfrentaron la adversidad y, a pesar de ello, alcanzaron el éxito. Por ejemplo, el orador griego Demóstenes ¡era tartamudo! La primera vez que quiso hablar en público la gente se le rió en la cara. Pero él tenía el sueño de ser un orador destacado. Siguió ese sueño y creció para lograr su potencial. Se dice que se ponía piedrecillas en la boca y procuraba hablar superando el sonido de las olas que rompían contra la playa. Su persistencia tuvo recompensa. Vivió su sueño:
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